

¡Gente estúpida, gente hipócrita!
Me resulta asombroso cómo la gente tiene esa capacidad de comprar de brazos abiertos los paquetes que les vende los medios de comunicación. Es solamente echar un fósforo a la pequeña fogata para que se arme un colosal incendio. No existe la autocrítica, el análisis reflexivo, la pausa para determinar si lo que no están vendiendo es una idea acabada. Nada más compramos y echamos a rodar toda la perorata. Ayer me encontré nuevamente con la -siempre dolorosa- evidencia de que en


Mami: ¿me compras yogur con bifidus?
Solo un enajenado mental o alguien con ganas de chocar de frente contra una locomotora a doscientos kilómetros por hora, podrá tener el coraje de poner un manto de duda sobre el concepto que la leche de vaca es fuente de calcio necesaria para el crecimiento correcto, así como para la salud de huesos y dientes. Tampoco se pondrá en tela de juicio que proporciona minerales como fósforo, yodo, potasio, magnesio y zinc, además de vitaminas a y d. En el mercado podemos encontrar

La publicidad y el viejo leitmotiv que sigue cautivando a las masas
Una práctica repetitiva de todo aquel que se precia de ser vegano es mirar hasta el hartazgo vídeos acerca del maltrato animal. En mi caso particular, lo hago varias veces al día, y si bien fue la única razón que me motivó a orientar mi vida hacia la iniciativa de pretender quiméricamente concientizar a la especie humana que dicha práctica es tan violenta como innecesaria, casi desde mis primeros pasos en esta nueva etapa, estos dejaron de emocionarme. Los contemplo con natur