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"¿Vos también querés cobrar?"


Días atrás la sociedad argentina amaneció "escandalizada y ultrajada" porque vecinos de un poblado de aquel país aprovecharon el vuelco de un camión que transportaba cerdos para “ajusticiarlos” in situ y transformarlos en comida de manera inmediata. El verbo ajusticiar luce entre comillas exprofeso, pues el concepto de justicia va de acuerdo con cada mente y de la manera que cada uno pudo escapar a la esclavitud mental impuesta por la publicidad, la sociedad de consumo, los padres, los abuelos y los maestros. Para una zona del mundo en la que la gente piensa, vive y sueña con el consumo de cadáveres de animales -y cuyos índice de pobreza trepó a 40%- debe ser una cuestión de estricta justicia que esos cerdos fueran ejecutados de manera expedita, a plena luz del día, para que la gente deje de sentir esos ensordecedores ruidos que el hambre genera en los estómagos argentinos. Esa “justicia divina" que se aplicó a los animales es una rutina diaria que se repite en todo el planeta y la gente no se escandaliza por dichas barbaridades simplemente porque de esa manera fue educada.


Por entrometerse con la "comida" de los nobles ciudadanos del mundo el vegano pasó a ser enemigo público número uno, una especie de peligroso desestabilizador, desagradable al trato, fastidioso, intolerante e impertinente. Mientras el concepto revolucionario es que "el cambio es lo permanente", lo que realmente le fascina a nuestra especie es dejar todo como está. A las personas no les gusta que las saquen de su zona de confort: “¡malditos veganos que quieren desbaratar el bendito statu quo que nos legó Dios! ¿Quiénes son ellos para decirme que me abstenga de comer carne, si así lo hice toda la vida?”


Cuando el único mecanismo de defensa es un buen ataque, surge de todos los estratos sociales (¡porque ahí sí cierran filas!) el mote ultra ofensivo "veganazis" para aquellos cuyo único objetivo es celebrar la vida en armonía junto con nuestros vecinos.


Pero no todos los seres humanos hemos perdido la imprescindible conexión con la naturaleza, ese lazo que nos une a todo ser viviente, sea de la especie que fuere. Ejerciendo el pensamiento crítico y la capacidad de razonar, podremos llegar a entender que todas las especies de animales sobre el planeta tienen derecho a la vida, a no ser utilizadas como esclavas, a que no se las maltrate, torture o asesine para fines puramente egoístas. Esto lo comprendió muy bien Edgar Kupfer-Koberwitz, prisionero del campo de concentración nazi de Dachau, quien vivió en carne propia el trauma del sufrimiento y la muerte. Al finalizar la guerra, Kupfer-Koberwitz recuperó un diario de su autoría -que había enterrado con la esperanza de poder recogerlo algún día- en el que volcó sus vivencias en el infierno. Testigo dela crueldad más salvaje, su experiencia en el campo de concentración le abrió los ojos y le impulsó a enseñar el concepto que es una gran equivocación comer animales; provocarles el mismo sufrimiento que él jamás pudo olvidar. He aquí un extracto del libro de Kupfer-Koberwitz, titulado Los animales, mis hermanos: "Me niego a comer animales porque no puedo alimentarme del sufrimiento y la muerte de otras criaturas. Me niego a hacerlo, porque yo mismo sufrí de una forma tan dolorosa que puedo sentir el dolor de otros al recordar mis propios sufrimientos. ¿No es sencillamente algo natural, el que yo no inflija en otras criaturas aquello que, espero y temo, nunca será infligido en mí? ¿No sería muy injusto hacer tales cosas sin otro propósito que el de gozar de un frívolo placer físico a costa del sufrimiento de otros, de la muerte de otros?


¡Oh casualidad! hoy aparece la noticia que en aquel país los veganos “cobraron”. Para aquellos que no conocen el lenguaje coloquial rioplatense, “cobrar” significa recibir una fuerte agresión. El único pecado de este colectivo fue haber querido dar un poco de agua a los animales que por arte de magia en contados minutos entrarían en el proceso que los convertirían en chorizos y salames.

El exquisito lenguaje violento se puede palpar con facilidad en los mensajes de los lectores. Por lo menos estos tienen la valentía de expresar de manera clara y contundente su postura y de "hacer justicia" mediante golpes y agresiones. El gran problema es que la gran mayoría de la humanidad metería en una hoguera a todos los “inservibles” veganos –lo que torna el panorama altamente peligroso-.


Partiendo de la base del consumo superlativo de cadáveres, no es casualidad que dicho país viva en un mar de violencia extrema sin que las autoridades tengan la menor idea de cómo solucionar semejante flagelo. Hace décadas que los ciudadanos se matan los unos a los otros mientras los informativistas dan cuenta todos los días de los cruentos asesinatos.


Como “todo tiene que ver con todo”, apoyo mi pensamiento con la reflexión más importante de Kupfer-Horowitz: “Yo creo que los hombres continuarán matándose y torturándose los unos a los otros mientras maten y torturen a los animales. También habrá guerras porque hay que entrenar y perfeccionar la matanza en objetos más pequeños, moralmente y técnicamente".


https://www.infobae.com/sociedad/2020/10/21/vos-tambien-queres-cobrar-carniceros-enfrentaron-a-las-trompadas-a-un-grupo-de-veganos-en-monte-grande/

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