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El colectivo vegano da la más calurosa bienvenida a la carne 3D


Dentro del cúmulo de verdades que reúne el veganismo, la que más me cautiva proviene de una apreciación de índole personal: "la revolución más justa en la historia de la humanidad". Lamentablemente, de acuerdo con los parámetros culturales que pautan el diario vivir de este convulsionado mundo, el concepto de "revolución" está íntimamente ligado con la palabra violencia y el lenguaje de las balas. Existen muchas teorías acerca de la etimología de la palabra vegano. La que más encaja según mi cosmovisión es que significa de forma literal en idioma hebreo: "en su jardín", o para ser más explícito, "en el Jardín del Edén" (donde solo se comían vegetales). Es una verdad irrefutable que hasta hace una década la palabra vegano no figuraba en los diccionarios ni era de dominio público; tampoco hay controversias que en la actualidad son muy pocas las personas que no saben qué reivindica el veganismo. Con esto quiero enfatizar que el crecimiento de dicho colectivo ha sido exponencial y vertiginoso, y por dicha circunstancia a veces pierde la perspectiva.

Cuesta creer que siendo tan fastuoso y variado el universo de alimentos que nos provee el reino vegetal -con los que se pueden hacer mezclas tan sabrosas como maravillosas- los veganos continúen en la contumacia de intentar copiar sabores y texturas de otros reinos para seducir a aquellos paladares que prácticamente desde el vientre materno fueron enseñados a alimentarse de carroña y a despersonalizar el sufrimiento de lo que sirven en sus platos. En ese cándido afán de captar nuevos adeptos se recurre a nombres impúdicos que el vegano debería arrancar de cuajo. ¿De qué manera vendemos el mensaje al mundo si a nuestra comida le llamamos "karne", "pollo falso" o "carne de soya"? La palabra carne debería ser desterrada del léxico de un vegano, es más, debería dar escalofríos. Un poco de autocrítica no viene nada mal, así como fantástica y bienvenida sería una pizca de inventiva.

En lugar de apelar a la verdad más inmaculada -que dice que en los vegetales encontramos todos los sabores y nutrientes, y que, además, no necesitamos absolutamente nada del reino animal para subsistir-, muchas empresas -que siguen haciendo dinero a costilla de los costillares de las vacas y de todo animal que ande "por ahí"-, viendo que la gente comienza a enterarse que el consumo de cadáveres es altamente nocivo para la salud humana y para la armonía del equilibrio natural del planeta, insisten en perpetuar la idea de que necesitamos la "proteína" para seguir viviendo. Lo auspicio para esta nueva etapa es que se ahorraría el sufrimiento de los animales y por ende quedaría sin efecto lo que nos hace diferentes a los humanos: la tan mentada "disonancia cognitiva". Por ese motivo Bill Gates y otros conspicuos referentes de talla mundial están "revolucionando" el ambiente con las carnes de laboratorio, los bistec 3D y las "beyond Meat" para tratar de paliar los estragos que la ganadería causa a todo nivel. Que las empresas inviertan en esa nueva tendencia me parece fantástico, pues eso redundará en que los humanos verán a los animales desde otro plano, menos invasivo y en armonía con el planeta. La idea parecería atractiva y prometedora, pues tengo que reconocer que la textura y el sabor no difieren en lo más mínimo del original.

Así pues, los grandilocuentes titulares de los medios de prensa dan la más calurosa bienvenida al producto que hará "estremecer" el mercado gastronómico mundial y que provoca que más de un vegano se orine de la emoción y derrame alguna lágrima por la expectativa que les genera masticar nuevamente dichos añorados "productos". De acuerdo con dicha información, "la hamburguesa vegetal que sangra y sabe a carne" llegó para quedarse y marcará un hito.

Apelando a la sinceridad más desapasionada, no veo la forma en que estos productos puedan conquistar los mercados. Si partimos de la premisa que lo que menos le interesa a la gente que come animales es el sufrimiento de la "materia prima", me resulta ilógico que puedan quedar embelesados por la imitación sabiendo que el original es más sabroso y sensiblemente más barato. Pero, si estas empresas pensaron que podían atraer a los veganos -habida cuenta que dicho colectivo crece en progresión geométrica- creo que están fuera de foco. La publicidad es el arte de vender algo que la gente no necesita, y para ello hace estudios de mercado y reúne expertos para determinar los lineamientos a seguir. ¿Qué les hace creer que una "hamburguesa" de este tipo pueda tener éxito? ¿Acaso los veganos necesitamos productos de ese tipo para nuestro consumo o ya pasamos dicha página? Aplicando la lógica, ¿no debería darnos asco, repulsión? ¡Lo que nos falta a los veganos es agradecer a la Divina Providencia el “espectacular” invento que nos devolverá los sabores de nuestra niñez! A mi criterio, lo único que podremos lograr con esta nueva hamburguesa es que expandamos mucho más nuestro abdomen -cosa que nos reclaman a gritos nuestras madres y esposas, las cuales se desgañitan por nuestro "alarmante deterioro" físico-.

¿No sería mejor tratar de incorporar en la psiquis humana el concepto de que la comida viene de animales ultrajados? El mundo vegano debería encauzar su lucha para que los animales sean considerados seres y no objetos de valor. Recibir con vítores el arribo de productos que nos encadenan a la idea de que es imposible renunciar a su consumo y sabor me parece todo un despropósito. Esta rancia cultura de que los animales están a nuestro servicio atenta y corroe el cerebro vegano, el cual trata de crear nuevos productos, cuando la madre naturaleza ya lo inventó todo. A mi criterio, un restaurante vegano no puede ser catalogado de serio si su menú ofrece "karne" o "pollo falso".

La única zona de confort que los veganos tienen que salvaguardar es la de aquellos que no se expresan en nuestros idiomas. Esta postura ante la vida no admite titubeos; es negro o blanco, no existen los grises ni lo matices. Me parece un argumento más que infantil pensar siquiera que si yo le llamo a mi comida "pollo" o "karne" voy a tener más adeptos. Al pan, pan y al vino, vino: en el mundo vegano no hay carne ni pollo, hay zanahorias y berenjenas, entonces ¿para qué auto engañarnos y tratar de engañar a la gente? La idea del veganismo pasa por tratar de convencer a la gente que comer carne -sea proveniente de cadáveres, de laboratorio o que emerjan de una impresora- además de ser un delito moral, no es apropiado para el consumo humano, pues no hace otra cosa que enfermar su organismo y dotar de abundante salud al perverso sistema sanitario.


Para no caer en el romanticismo especista de los medios de comunicación y sí enfocarnos de una buena vez en la terrible agonía de los animales se hace imprescindible reflexionar. Sería fantástico que si el mundo no contempla la muerte de estos millones de víctimas diarias, por lo menos los veganos sí lo hicieran notar dando a conocer los vídeos donde se enseña sin censuras a la gente que no quiere ver ni escuchar la manera cómo se masacra indiscriminadamente y no tanta receta de cocina que pone énfasis en nosotros y no en ellos.


El veganismo es una actitud ante la vida. Nuestra misión pasa por atraer a los cultores de la necrofagia; no por dar calidad de vida a los veganos. Los veganos tienen las cosas claras y no hay que convencerlos de nada, ¿o sí?


Alejandro Goldstein


https://www.infocampo.com.ar/una-empresa-israeli-presento-su-primer-bistec-de-costilla-de-carne-cultivada-con-la-textura-y-cualidades-de-un-corte-real/?fbclid=IwAR1nN6ErK2PbMGVrgzfSnW4vjX5H_mWkZ8Hzb3YqPkTy3iLvXVGgPOVvlNc

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