Las miles de "Maniobras de Heimlich" que nos complican la vida
No hay discusión que El único animal que tropieza dos veces con la misma piedra es el humano. Otra "cualidad" que nos hace únicos e irrepetibles en el reino es que para que entendamos cómo son las cosas, deben explicárnoslas doscientas veces y, así y todo, no queremos entrar en razones. El resto de los animales, sin excepción, aprende todo de manera inmediata, sin mucho palabrerío y en un curso ultra intensivo impartido por la madre. Estas dos circunstancias nos llevan a inferir de manera inequívoca que si los designios del mundo fueran comandados por estos últimos nuestro planeta estaría lejos de estar en terapia intensiva.
Si el mundo estuviera gobernado por los animales no habría COVID 19 y las dos inteligencias ubérrimas que deciden los destinos de nuestra especie, no se estarían peleando como dos chiquillos a ver quién de los dos descubre el antídoto antes. No habría tampoco expectativa de que en un futuro próximo llegase el Covid 20. ¡Pero así son las reglas del juego que nosotros mismos nos establecimos y de las cuales tanto nos enorgullecemos! No nos conforma el 19, por tanto, queremos el 20 y el 21, y lo queremos ya, ahora. En nuestro cerebro fue forjado que, si tenemos un teléfono modelo "10" y salió al mercado el "11", es "natural" que queramos el "11". Viéndolo de afuera, uno se plantea hasta el hartazgo tratando de comprender el siguiente incomprensible planteamiento: si el "10" que ya posees -y que te costó cientos de dólares- cumple con todos tus objetivos y funciona perfectamente- ¿para qué tienes que comprar el once? Allí entra a tallar una industria que gana millones pulverizando cerebros: la publicidad. Ni más ni menos que "el arte de vender algo que la sociedad no necesita".
Como lo podrás apreciar en el vídeo que hoy te comparto, la "maniobra de Heimlich" se trata de un primer auxilio cuando una persona se está atragantando con un objeto extraño que no la deja respirar. La cámara de seguridad de un restaurante graba que un comensal se está muriendo ante la pasividad de todos. El encargado resuelve la contingencia en tres segundos "y aquí no ha pasado nada". El "héroe" decidió compartir las imágenes "para generar conciencia sobre la maniobra de Heimich y demostrar lo fácil que es realizarla".
Dejando volar la lógica que maneja mi cerebro desde hace una década, calculo que el afectado, luego de que pasó el peligro, posó la yema de los dedos de ambas manos y corrió el plato hacia el centro de la mesa, como diciendo: "hasta acá llegué; nunca más volveré a comer carne en mi vida, aprendí la lección". Bajo ninguna circunstancia -pese a que mi imaginación es más frondosa que la copa de un jacarandá- podría llegar a pensar que, superado el inconveniente, la persona seguiría consumiendo la comida que casi le ocasionó la muerte y, mucho menos, que le dijera a su mujer: “¿cómo no lo voy a comer? ¿Sabes cuánto me costó?”.
En fin, ¡así estamos!, salpicados por infinidad de "Maniobras de Heimlich" para apagar incendios, para solucionar problemas que ni siquiera deberían existir. Está en la tapa del libro que comiendo berenjenas asadas jamás en la vida te puede pasar nada. Yo me pregunto: ¿no es más fácil escoger los alimentos apropiados para nuestra especie y no complicarnos la vida con las perimidas y obsoletas tradiciones heredadas de mamá y la abuela?
Todo sabemos de memoria que la leche de vaca es un alimento imprescindible...para el ternero. ¿Te vas a quitar algún día las anteojeras o vas a elegir que un pedazote de cadáver acabe con tu vida? La idea no es que lo cortes en trozos más pequeños, sino que directamente los descartes de tu dieta.
¡Haz la cuenta y date cuenta! ¡Levanta la vista y verás en qué basurero convertiste a tu planeta! ¡Recapacita por favor; todavía estamos a tiempo porque si no se ha perdido todo, no se ha perdido nada!
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