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¿Para qué llamarlo asesinato si podemos decir "interrupción voluntaria del proceso de gestación"?


A pesar del cimbronazo provocado por el Covid 19 los humanos anhelamos volver a la normalidad, a la normalidad que nos llevó a este cimbronazo. Parece un juego de palabras, pero no lo es. La gran esperanza ahora está puesta en los antídotos que las "altruistas" empresas farmacéuticas fabrican para contrarrestar la peste. Lo que está pasando con la "esperanzadora" vacuna me recuerda al obeso a punto de comerse una hamburguesa de Mc Donald -que sabe que no debe comerla y que le va a caer fatal- acompañado del imprescindible y vital "Nexium" -que no puede faltar en la cartera de la dama y en el bolsillo del caballero-. En otras palabras, primero a disfrutar del veneno para luego aplicar los paliativos. ¡Así se "vive" la vida!


Está en la tapa del libro que si hubiésemos procedido de manera diferente nada de esto hubiera ocurrido, pero la meta a alcanzar no es otra que volver al ciclo anterior sin cambiar nada, pues supuestamente estaba todo bien.


Las únicas estadísticas que nos hacen erizar la piel hoy son las del Coronavirus. Poco importa que entre suicidios y accidentes de tránsito muera mucha más gente. Se prohíbe salir a la calle, pero la venta de alcohol es libre. ¿Quién puede entender semejante contrasentido?


La gran pandemia de estos tiempos son los eufemismos, el no llamar a las cosas por su nombre. En luna lista -que nunca acaba de conformarse-, encontramos que los ciegos son discapacitados visuales, los sordos discapacitados auditivos, los viejos son "adultos mayores", "rellenitas" las gordas cuyo culo no pasa por una puerta y afrodescendientes a los negros nacidos en América Latina. Pero me quiero detener en dos que son hermosos, políticamente correctos y hasta suenan lindo.


En una empresa en la cual presté servicios varios años, para sacar mercadería de la zona franca había que coimear a los agentes aduaneros de la salida. No existe sacar nada sin el pago del correspondiente "peaje". Un compañero, rústico como el papel de lija, se escandalizó porque yo quería justificar el gasto con la palabra coima, sin circunloquios innecesarios ni perífrasis. Ese muchacho me dejó sorprendido, yo diría hasta maravillado, pues con un concepto cultivado en la universidad de la calle pretendió demostrarme que no está bueno ser tan frontal: a la coima la llamó "agilización de trámite". ¡Una maravilla; poesía y prosa en estado puro!


Cuando los animales, los seres más vulnerables y carentes de maldad empiezan a "molestar" a la humanidad allí aparecen giros idiomáticos que son de buen recibo por casi todos: control de plagas y rifle sanitario.


Conmovido todavía por la ley que ayer votó la "erudita" nación argentina, me quedé pensando en el eufemismo con el que los periodistas argentinos brindaron la noticia a su teleaudiencia esta mañana: interrupción voluntaria del proceso de gestación. Si dicen por ahí que lo bueno si es breve es dos veces bueno, ¿entonces por qué empleamos seis palabras si con una sola está resuelto el intríngulis? ¿No es más fácil decir lisa y llanamente asesinato?

A las mujeres verdes se las veía exultantes, pletóricas de felicidad. ¿Será porque podrán introducirse en sus partes íntimas el garrote sin pensar en regalos desagradables?


Es increíble que la única solución pase por el homicidio de los más inocentes, por la licencia para matar -parafraseando a un filme de James Bond-. ¡Pensar que la solución está al alcance de todos sin necesidad de recurrir a la violencia. Por más hambre que haya en el mundo todos tenemos acceso a una buena zanahoria o un condón reciclado para poder ver el arco iris y las estrellas.


Alejandro Goldstein

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