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COMO ERA PREVISIBLE, ME LLENÉ DE ASCO


Por un lado, los veganos nos ufanamos con que la abundancia de comida es exuberante, abundante y prolífica en el reino vegetal. Es nuestro argumento más sólido; hasta diría irrebatible. Pero, ¿qué hacemos para que esa verdad absoluta pase desapercibida o se sienta lejana? Imitamos las texturas y los sabores de lo que tanto repudiamos. Un poco de autocrítica no nos vendría nada mal; una pizca de de inventiva sería fantástica y bienvenida. Está en la tapa del libro que las “comidas” originales que tanto nos afanamos en imitar son el factor decisivo para que nuestro planeta se haya transformado en un vertedero, en una pestilente cloaca.


Mi pequeña reflexión es que la imitación de los "alimentos" que provienen de animales muertos o esclavizados, ya de por sí, me dan ganas de vomitar. ¿Será que los veganos carecemos de los recursos mentales para darle otra fisonomía y nomenclatura diferente a nuestra comida que no nos haga recordar sufrimiento, vejación, esclavitud y muerte? ¿De qué manera le vendemos el mensaje al mundo si a nuestra comida le llamamos "carne de soya". A mi criterio, la palabra carne debería desterrarse del léxico de un vegano, debería darnos escalofríos.


Tampoco la necedad de negar que todo es válido si se respeta la existencia, la integridad y la calidad de vida de los animales. Yo preferiría que se inventaran comidas nuevas que se correspondan con la nueva brisa que empieza a acariciarnos y no tener que escuchar a miles de veganos afirmando que sienten nostalgia del sabor de la carne. Como la publicidad es el arte de vender algo que no necesitamos, si nosotros queremos expandir el veganismo, deberíamos llamarnos a silencio de ciertas añoranzas culinarias, y mentir diciendo que la carne y la leche nos causan repulsión. ¿Si todo el mundo miente en aras de obtener un beneficio por qué los veganos no? ¿Acaso no somos humanos?


Los chefs veganos tendrán que ponerse las pilas y dejarse de joder con la “karne” (con K), con el “salame vegano” y con los “pollos falsos”. ¿Si los veganos supimos innovar en la parte espiritual y filosófica, no tendremos la capacidad de hacerlo en la parte gastronómica? El veganismo es una actitud ante la vida. Nuestra misión pasa por atraer a los cultores de la necrofagia; no por dar calidad de vida a nuestro colectivo. Los veganos tienen las cosas claras y no hay que convencerlos de nada, ¿o sí?

Dentro de las varias definiciones que tiene el veganismo, una de las que más me seduce proviene de una apreciación personal: "es la revolución más justa en la historia de la humanidad". Lamentablemente, de acuerdo con los parámetros culturales que pautan el diario vivir de este convulsionado mundo, el concepto de "revolución" está íntimamente ligado con la palabra violencia y el lenguaje de las balas.


El movimiento vegano crece en progresión geométrica y a menudo pierde las perspectivas y como el proceso de desterrar la muerte como sinónimo de alimento está en constante formación, quizás ese vertiginoso cambio estructural es el que nos lleva a nadar en un mar de incoherencias. ¿No sería mejor erradicar de una vez y para siempre de la psiquis humana el concepto de que la comida viene de animales ultrajados? En fin, como dice el poeta: “se hace camino al andar".


Cada día que pasa se acrecienta mi aversión a todo lo que concierne a la publicidad y al consumo voraz y despiadado de todo tipo de artículos. Pero al pertenecer a la especie humana -a pesar de que cada vez más miro con cariño a la misantropía-, era probable que alguna vez tuviera que flaquear y sucumbir ante los "encantos" de los que venden “espejitos de colores”. Hoy estoy pagando las consecuencias.


Con titulares grandilocuentes los medios de prensa dan la calurosa bienvenida a un producto que hará estremecer el mercado gastronómico mundial. De acuerdo a dicha información, se puede interpretar que esta revolucionaria comida marcará un hito, un punto de inflexión, un antes y un después. ¿Los veganos necesitamos la hamburguesa vegetal que sangra y sabe a carne? Parecería que lo único que nos falta es agradecer a la Divina Providencia el “espectacular” invento que “solucionará” nuestra vida. Se me ocurre que lo único que podremos lograr con esta nueva hamburguesa es que ensanchemos nuestro abdomen -cosa que unificará por única vez en la vida a esposas y amantes-.


Pese al gran rechazo que me generan los productos que imitan sabores y texturas que deberíamos dejar en el olvido, trastabillé, compré la BEYOND MEAT -o dicho en otras palabras, la hamburguesa que parece carne, pero que no es- y me di de bruces contra el muro. Juro que no sé cómo lo hacen, pero volví a comer "carne" después de más de una década y la repugnancia me subió por el esófago con furioso ímpetu y se alojó en todo mi ser ¡Hasta la asadera de vidrio tenía vestigios de "sangre"! ¿Estaré volviéndome loco? ¡No, en absoluto!, la sangre estaba ahí, lo prometo por lo más sagrado. Después de haberla comido me quedó el sabor de los asados de otrora y por ahora no baja...y no sé qué hacer...necesito ayuda...el asco me invade.


A pesar de que el producto es de origen vegetal, me quedó el gran remordimiento de haber pecado porque –de alguna manera- sentí que volví a comer carne. Como siempre hay que ver el vaso medio lleno, todo lo que me sucedió hoy reafirma dos cosas: en primer lugar, mi compromiso de estar del lado de la equidad y la justicia, ergo, de la defensa a que todas las especies de animales sean respetadas y, en segundo, la certeza absoluta de que no existen los veganos arrepentidos: si te arrepentiste y volviste a comer restos mortales es porque nunca fuiste vegano.


Por mi parte, haré lo posible por no caer otra vez bajo la seducción de productos no apropiados para mí, ni para mi manera de ver el mundo. Lo que sí, ahora los humanos que se alimentan de carroña no tienen excusas para seguir comiendo falsos cadáveres, pues el sabor es exactamente el mismo. A pesar de ser “comida chatarra ultra procesada” no te va a causar daños a tu salud como los que generan los que provienen de auténticos occisos. Entonces, sí te gusta limpiar con el pancito los restos de sangre que quedan en el plato, entonces te deseo ¡Buen provecho! Lo importante no pasa por el sabor, sino por erradicar las muertes violentas y sin sentido.


Alejandro Goldstein

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