La "elevación" de la vaca
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Permanentemente recojo de Inernet material que pueda brindar un aporte a esta noble misión de despertar conciencias avasalladas por el cruel sistema gobernado por el consumo masivo que derrama vanamente millones de litros cúbicos de sangre por hora. La siguiente foto reúne características notables y bien pudo haber sido la portada de mi libro “Fueron felices y comieron perdices” (la barbarie que impide el retorno a las fuerzas veganas). En la misma se aprecia la bota del opresor, martirizando a la inocente víctima. La imagen explica de manera cabal que quien manda en este mundo somos los humanos y que “gracias a Dios” -la frase más usada en la historia de la humanidad y que goza aún hoy de una popularidad inusitada-, todo y todos están a nuestro servicio y a nuestra merced.
Si matamos a los animales para comerlos, dicen los exegetas que los estamos “elevando”. Si los matamos “respetando” ciertas exigencias, los animales no sufrirán pánico ni dolor. Uno que se sacó las anteojeras hace algunos años, sabe a ciencia cierta que la única forma de elevación de las vacas es cuando son ascendidas por las grúas después de que pasaron a mejor vida y que la única manera de corroborar si sienten miedo cuando las van a degollar con “estilo, tacto y humanidad”, sería que nosotros mismos lo sintiéramos en carne propia a ver si realmente no se siente pavor en ese momento crucial y un dolor indescriptible cuando el cuchillo “fino e indoloro” cercena nuestra garganta.
Como el mundo lo hemos hecho para nosotros, a veces me pongo a pensar: ¿por qué si respiran con dos pulmones, ven con dos ojos, aman y protegen a sus hijos, sienten hambre y sed –como nosotros-, determinamos "científicamente" que no tienen conciencia? La respuesta es más antigua que el viento y el fuego y la fue acuñando con el pasar de los años nuestro rancio antropocentrismo: la mesa está servida para nuestra exclusiva conveniencia y para salvaguardar nuestra estructurada zona de confort.
Esa “conveniencia” que nos impusimos nosotros mismos, esa dictadura humana nos llevó a este inminente apocalipsis y nuestra impericia, nuestra poca inteligencia para resolver los problemas más simples, nos lleva al punto crucial de estar a poco tiempo de que las llamas nos devoren. ¿Será que estamos en el infierno de Dante y somos tan estúpidos que no nos dimos cuenta?