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¡Se desató el escándalo en Punta del Este!


¿Tanto cómo un escándalo? La verdad es que solamente faltó la exitosa canción del gran Raphael para acompañar tan "significativo" acontecimiento.


Lo cierto es que el apacible balneario uruguayo en donde descansan los ricos y el jet set de ambas márgenes del Plata, amaneció "consternado" por un hecho por demás lamentable.


La cámara de un teléfono móvil grabó el momento exacto en el que un chancho -supuestamente con vida- es arrojado desde un helicóptero e impacta en el agua de una piscina. En el corto vídeo se escuchan las carcajadas de los asistentes a tan "magno" acontecimiento que celebraron con hilaridad semejante ocurrencia.


El vídeo corrió como reguero de pólvora en las nefastas redes sociales y una parafernalia se apoderó de los medios que no hesitaron en calificar al dueño de la finca como si se tratara del mismísimo Satanás.


Por doquier brotaron como hongos los "defensores" de los animales. Esa simpática moda de defender a los más desdichados del planeta, está en pleno auge debido a la catástrofe ambiental que sacude a Australia y que viene devorando la fauna y la flora que se le atraviesa por su camino.


El mundo "llora" por los pobres koalas, canguros y camellos que sucumben ante el embate del fuego y el Río de la Plata se "indigna" por la ocurrencia de un adinerado de precipitar un simple chancho desde un helicóptero.


Como vegano que soy, no me tiembla la voz para preguntar retóricamente: ¿tanto lío por un chancho? Pensé que algún periodista iba a tener los cojones suficientes como para formularla, pero primó la figura de la corrección política. Hoy todo pasa por agradar a las masas. Se trata de cosechar "likes" en esta frenética carrera hacia el "éxito".


Habida cuenta de que son millones los lechones a los que se les cortan los huevos sin anestesia todos los días, de que son millones las madres cerdas que en su vida no tendrán el derecho a permanecer de pie tan siquiera diez minutos -pues deben amamantar hasta la última gota a los jamones del mañana- y que también son millones los cerdos que pierden la vida con un marronazo en la cabeza, electrocutados o con un cuchillo incrustado en su garganta -para que la gente pueda festejar la navidad "como Dios manda"-, pensé que por lo menos tan siquiera uno iba a salir a decir: "che, no es para tanto, déjense de joder".


Esa hubiese sido la única respuesta que se podía esperar de una sociedad honesta, pero tratándose del Río de la Plata, se puede esperar cualquier cosa, menos compasión y empatía hacia el sufrimiento de otros -sean estos animales o embriones humanos llenos de vida en el vientre materno-.


Quiero aclarar que para un servidor una lata de atún, el paseo de un niño a caballo en una plaza y una leche achocolatada son parte de las verdaderas tragedias que están acabando con este mundo en donde las lágrimas son selectivas.


Interesantes algunas puntualizaciones desde la óptica estrictamente personal respecto de la muerte de este afortunado ser. En mi libro "Fueron felices y comieron perdices", fui enfático al afirmar que "lo que mejor le puede pasar a los animales es morir rápidamente". Este, por lo menos zafó que le metieran un cuchillo en la garganta y ya por eso tuvo una muerte más feliz -si se me permite el sarcasmo-. Siguiendo en esa tónica, si el animal efectivamente estaba vivo, por lo menos fue libre los últimos tres segundos de su vida: ¡todo un logro! ¡Pudo ver el sol por primera vez en su vida! ¡Descubrió la brisa que tu perro disfruta cada vez que lo sacas a pasear en carro!


La única verdad es que da asco y náuseas que a la "farándula" y a la opinión pública de ambos países les haya faltado poco para rasgarse las vestiduras por el "pobre" chancho.​ Muchos de los que "lloran" por dicha barbarie y que no les tiembla la voz clamando justicia, gustosos se sentarían a la mesa para comer a ese mismo desdichado animal. Los que estudian la locura humana le llaman a ese síndrome "disonancia cognitiva". ​


​Llorar por los animales VIP masticando con fruición otros animales muertos -mientras se limpian la sangre de sus bocas con servilletas de tela de color blanco inmaculado- es algo que mi nueva cosmovisión no puede entender. Los humanos carroñeros me lo explican con simpleza: "una cosa son los animales y otra la comida: ¡con la comida no se jode!"​


​Considero que los que armaron est​a ​puesta en escena ​son unos ​verdaderos malditos. ¡Imagina qué pienso de los que se lo comen!


https://noticias.perfil.com/noticias/informacion-general/video-un-reconocido-empresario-tiro-un-cerdo-desde-un-helicoptero.phtml



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