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Cuando la publicidad cautiva a las religiones


Durante esta jornada, el Islam glorifica la sumisión a su dios con el rito de Eid al Adha, el más importante de su calendario. Incluido en la Peregrinación a La Meca, este constituye un pilar para el credo musulmán y el último requisito indispensable para recibir el título honorífico de "Haj", que sitúa al peregrino en un plano superior al de los creyentes comunes. Según el Corán, Allah mandó a Ibrahim a que sacrificara a su primogénito (Ismail) como prueba de lealtad. Cuando este estaba a punto de quitar la vida a su hijo, Allah impidió el acto con la certeza de que la fidelidad hacia la divinidad estaba demostrada de forma íntegra; por tanto, no había necesidad de semejante ofrenda. En agradecimiento a su dios, Ibrahim decidió sacrificar un cordero.


Los musulmanes de todo el mundo recuerdan este acto sacrificando un animal, y todo padre de familia que disponga de los medios económicos debe cumplir con este rito para preciarse de ser un islamita digno, según el profeta Mahoma. Pese a las explícitas escenas sangrientas y horripilantes bramidos de sufrimiento por parte de los animales victimizados para la ocasión, para tal acontecimiento los devotos se visten con sus mejores ropas y aunque el carnero será repartido para su consumo, la fiesta no es gastronómica, sino espiritual y de reencuentro familiar. Como la practican cientos de millones de musulmanes a lo largo de todo el mundo, es imposible conjeturar una cifra aproximada de los animales que pasarán a mejor vida. La adrenalina de los preparativos es realmente impresionante los días anteriores al evento: aquellos que venden y afilan cuchillos se frotan las manos en señal de regocijo, debido a las pingües ganancias que van a obtener en la "jugosa zafra". Según la lógica de los creyentes, las cuchillas olvidadas se dejan a nuevo, porque la "sabiduría" popular enseña que cuanto más afilado el cuchillo, menos sufre el animal al momento de su muerte.

Llama la atención cómo las religiones también se adhieren al abyecto artilugio que utiliza la industria publicitaria de vender una despiadada matanza como si se tratara de un evento signado por la armonía y la paz superlativa. Vemos a diario como las industrias cárnica y láctea nos venden logotipos de pollos, vacas y peces con sonrisas sempiternas, cuando en realidad se trata de empresas despiadadas por antonomasia. Es raro porque los "usuarios" de las religiones no necesitan de publicidades, pues son "clientes cautivos" de la fe (¡que hasta montañas mueve!) y todo acto que se haga en su nombre será aceptado sin cortapisas por sus clubes de fans.














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