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El insólito doble discurso de compadecernos de la muerte violenta de los animales y la absoluta inse


Hace algunos años fui testigo auditivo -y al rato ocular- de un hecho cruel que se dio en la casa lindera a la mía. Una familia de sudamericanos realizaba los aprontes para celebrar la Nochebuena. Acompañados de música a decibeles estratosféricos y de un manantial de cervezas, preparaban la comida en clima de jolgorio. De repente comenzaron a escucharse unos chirridos espeluznantes que venían acompañados de sendos golpes efectuados mediante un objeto contundente. Yo no entendía qué era lo que estaba sucediendo, mientras Ciruelita, mi perra, no sabía qué hacer con sus expresivas orejas, que giraban como un alocado radar. A la noche me cayó la ficha: el cerdito estaba en una hermosa fuente, bien cocinado, enterito, listo para saciar el hambre de los comensales, y hasta podría decirse que esbozando una sonrisa para la foto. ¿Cómo se puede calificar este acto? ¿En qué mente sana cabe que un pobre cochinito sea sacrificado a martillazos en la cabeza ante la presencia de inocentes niños? Pero no, los perversos mal nacidos son exclusivamente los chinos, que les fascina comer perros.


La pregunta siempre me la formulé: ¿qué dirán las redes sociales en India sobre el comercio de la carne de vaca y su consumo en el Río de la Plata? ¿Verán con placer esas parrillas repletas de cadáveres con comensales pletóricos de alegría, o experimentarán la misma indignación que nosotros sentimos hacia los chinos? Eso me lleva a inferir que no existen las culturas superiores; el juicio de valor justo es considerarlas diferentes, con sus errores y virtudes, en los que prevalecen usos y valores vernáculos que les proporcionan esas características que las hacen únicas e irrepetibles, como lo son su pasado común, sus tradiciones, su gastronomía, su música y su idioma. Si nos remitimos a la tiranía que los humanos ejercemos dentro del reino animal, califico con exactitud que todas se emparejan negativamente en el ominoso plano de la crueldad superlativa.


Para concluir y dejar en evidencia la gran ductilidad que tenemos para manejar el insólito doble discurso de compadecernos de la muerte violenta de los animales y la absoluta insensibilidad a la hora de comerlos, es necesario evocar un vídeo "divertido", de los tantos que aparecen en Internet.


La "broma" se desarrolla en un supermercado de Brasil. Un solícito y veterano actor haciendo las veces de vendedor, invita a los clientes a probar sus deliciosas salchichas de cerdo. En la escena aparece a su lado una especie de cajón en el cual se fabrican los chorizos, al simple movimiento de una manivela. El procedimiento es que el cliente deguste el producto y a satisfacción compre una cantidad considerable. Lo que la cámara escondida capta y los clientes no, es que dentro de la caja se oculta una apuesta adolescente que ríe complacientemente. Cuando el vendedor extrae las salchichas solicitadas por el cliente, estas salen defectuosas, por lo que tiene que iniciar nuevamente el proceso. Al quedarse sin materia prima, debe ingresar una nueva partida al receptáculo fabril, la cual le será proporcionada inmediatamente por otros colaboradores. Esa materia prima no es más que un simpático lechón lleno de vida. Al ver ese "deleznable" espectáculo, los clientes comienzan a tener accesos de furia, violencia verbal y física contra el vendedor, tratándolo de "inhumano", entre otros soeces calificativos. Las imágenes infieren que aquellos que habían degustado las bondades del producto minutos antes -habiendo mostrado plena conformidad con lo que se les había ofrecido- de repente calificaban al vendedor como falto de ética y sensibilidad ante el sufrimiento de un puerquito.


Así funciona nuestro cerebro, y magníficamente lo interpretan los publicistas -expertos en vender productos que no necesitamos-, cuando nos presentan de forma fantástica que la matanza de animales es inocua, indolora y amigable para nuestro ecosistema, además de ser de vital importancia para nuestra salud nutricional.


https://www.youtube.com/watch?v=n26Ifo1d6CY

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