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La revolución industrial en la producción ganadera



Apostaría lo que fuera a que ningún niño -si le dieran a elegir- optaría por faenar vacas o cerdos como trabajo en la adultez. La "banalidad del mal" de la que hablaba Arendt, se cumple a rajatabla a la hora de hacer valer el mentado antropocentrismo. Un operario que se mueve como autómata abre de par en par el vientre de un cerdo, viene otro y le quema la piel, un tercero le saca las vísceras, y así automáticamente hasta el final del proceso, como si estuvieran etiquetando chancletas o empacando cuadernos. Simplemente una tarea más. A la noche llegarán a su hogar, darán un beso a sus hijos, cenarán en familia, verán un poco de televisión y a reposar, porque mañana habrá de reiniciarse el sangriento ciclo sin fin. Comenzarán la tarea golpeando con saña a las vacas que no "cooperan", será necesario retorcerles la cola como castigo y terminar arrastrándolas por el cuello, encadenadas a un tractor, para que las demás vean lo que les va a suceder si no hacen lo que tienen que hacer: comportarse adecuadamente y caminar hacia la muerte con alegría. ¡Gajes del oficio, le llaman! ¡Contingencias que se presentan a diario y que hay que resolver de inmediato! No hay tiempo ni capacidad para la reflexión.



Nada plasmó ese estado de alienación como la película Tiempos modernos. Escrita, dirigida y protagonizada por el excelso e inigualable Charles Chaplin, el filme se destaca como una de las obras monumentales del séptimo arte de todos las épocas. El autor nos enseña cómo la Revolución Industrial perfeccionó esa simbiosis entre el empleado y su máquina, en aras de dotar de mayor eficiencia los furiosos procesos fabriles y la cadena de producción. La película logra entre la delgada línea de la tragedia y la comicidad, mostrar el modo como el maquinismo y el capitalismo quitan el juicio y el alma a los obreros. Nos describe con gran sutileza cómo un único movimiento repetido miles de veces durante la jornada laboral, todos los días, todos los meses, todos los años, toda la vida, transporta al obrero a un estado de semiinconsciencia en el que la razón pasa a ser una visita fugaz. Lo único que hace el protagonista durante su maratónica jornada laboral es apretar tuercas. Haciendo un traslado al álgido tema abarcado en este libro, me surge la pregunta retórica: ¿cómo llega a su hogar un obrero que durante treinta años se dedicó a cortar los testículos a lechones recién nacidos?

https://www.youtube.com/watch?v=KHAaYxMinC8

https://www.youtube.com/watch?v=hexThg4hMuE

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